🙏5to Domingo de Tiempo Ordinario / 5th Sunday of Ordinary Time🙏
En el evangelio de este domingo Jesús continúa el Sermón en la Montaña; le sigue a las bienaventuranzas de la semana pasada. Más que mandamientos y reglas las bienaventuranzas son actitudes de aquellos que viven bajo el reinado de Dios. La vida bajo el reinado de Dios no puede ser una experiencia privada; los ciudadanos del reino tienen que vivir en medio del mundo. Los cristianos son llamados a vivir en el mundo, pero no ser del mundo. Las vidas de aquellos tocados por el reino de Dios tienen que dar testimonio de la nueva realidad que ha hecho irrupción en la historia humana. Los cristianos tienen que ser la sal de la tierra y luz que brilla e ilumina. Sin embargo, ser sal y luz es lo que les pasa a aquellos que son poseídos por el reino de Dios y no algo que uno hace por propia iniciativa.
La sal tiene muchas cualidades: purifica, da sabor y preserva. Estas cualidades son llevadas al ambiente religioso simbólicamente, pero la característica que más se enfatiza de la sal es la de preservar. El poder de la sal en preservar está en ser un antiséptico; como tal previene y retarda la decadencia al mismo tiempo que da sabor. Por eso, al estar en el mundo y no ser del mundo el cristiano combate la decadencia moral y espiritual mientras da testimonio del gozo y nueva vida del reino de Dios. Jesús utiliza la sal como metáfora para el ciudadano del reino porque era una substancia muy común en Galilea. Jesús también sabía como la sal se vuelve insípida al corromperse; esto Jesús lo conecta con la insipidez y corrupción de la religiosidad de los fariseos y escribas que habían perdido el espíritu de la ley que tanto defendían. Esto también es una advertencia para nosotros de permanecer fieles a la naturaleza y espíritu de lo que significa ser ciudadano del reino de Dios.
La segunda metáfora que Jesús aplica a los ciudadanos del reino de Dios es la luz: “Ustedes son la luz del mundo”. En la biblia la luz tiene muchas connotaciones: conocimiento de Dios, gozo, alegría, felicidad. La luz simboliza lo mejor del conocimiento, amor y gozo, en contraste, la oscuridad connota decadencia y desesperación. El ciudadano del reino es un transmisor de la realidad del reino. La luz que transmiten es la luz que reciben de Dios. Lo que Jesús recibió del Padre lo comunica a sus discípulos. Y lo que Jesús compartió no fueron solamente palabras sino el Padre mismo encarnado en su persona. Jesús modela la relación suya con el Padre en su forma de ser, tratar y recibir a otros. En resumen, la comunidad cristiana tiene que ser visible y brillante. La primera lectura de Isaías nos describe los atributos de los ciudadanos de la Nueva Jerusalén: alimentar al hambriento, acoger al oprimido y al que no tiene casa, vestir al desnudo; desterrar de la comunidad la opresión, la injusticia y la malicia. Estas son formas concretas del cristiano quien es llamado a ser sal y luz del mundo.
🙏5th Sunday of Ordinary Time🙏
This Sunday’s gospel continues Jesus’ Sermon on the Mountain. It follows the beatitudes from last week. More than commandments or laws the beatitudes are the attitudes of those who find themselves under the reign of God’s kingdom. Life under God’s reign cannot be a private experience; the citizens of God’s kingdom must live in the world. Christians are called to be in the world, but not of the world. The lives of those touched by God’s kingdom must witness this new reality that has irrupted into human history. Christians must be the salt of the earth and the light that shines and radiates. Yet, being salt and light is what happens to those that are taken possession by God’s kingdom, not something one does out of one’s own initiative.
Salt has several qualities: it purifies, it flavors and preserves. Although all these qualities are brought into the religious sphere symbolically, the one characteristic that is emphasized here is that of preserving. As a preservative the potency of salt is in being an antiseptic; it prevents and retards decay while also imparting flavor. Hence, by being in the world, but not of the world, the Christian combats moral and spiritual decay while witnessing to the joy and newness of life under God’s kingdom. Jesus is using salt as a metaphor for the citizens of the kingdom because salt was readily available in Galilee. He also saw how easily salt became stale and useless, and how this was represented in the staleness of the religious leaders of his time. The staleness of salt is exemplified in the formal and legalistic religion of the Pharisees and scribes who had lost touch with the spirit of the law they held on to. This too is a warning to us to remain true to the nature and spirit of our citizenship of God’s kingdom.
The second metaphor that Jesus applies to citizens of God’s kingdom is light: “you are the light of the world”. Light in the scriptures has many connotations: knowledge of God, joy, gladness, true happiness. Light symbolizes the best there is in learning, love, and laughter, in contrast, darkness connotes depravity and despair. As citizens of God’s kingdom Christians are supposed to be transmitters of the kingdom. The light they possess is the light they have received from God. What Jesus received from the Father he shared with his disciples. What Jesus shared with his disciples were not just words, what he shared was the Father incarnated in himself. Jesus modeled his relationship with Father in the manner that he related, treated, and received others. In summary, the Christian community must be visible and shining. The first reading from Isaiah also describes the attributes of the citizens of the New Jerusalem: feed the hungry, shelter the oppressed and homeless, cloth the naked; remove from your midst oppression, false accusation, and malicious speech. These are concrete ways in which Christians are called to be the salt and light of the world.