Para apreciar el evangelio de este domingo tenemos que entender el trasfondo de este evangelio. El evangelio de Mateo es el más judío de los cuatro. Mateo se esfuerza por conectar la ley y los profetas con Jesús. Aún la estructura del evangelio de Mateo (los 5 discursos de Jesús) apuntan al Pentateuco, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Jesús es presentado como la realización de la ley y los profetas. El evangelio fue escrito para una comunidad judía/cristiana que fácilmente apreciaría las referencias del Antiguo Testamento aplicadas a Jesús. Por esto, Jesús no viene a abolir la ley y los profetas sino a cumplirla. Jesús no es una ruptura con el judaísmo, sino la culminación natural de la historia de la salvación. Se puede palpar claramente que el evangelio de Mateo fue escrito para contestar una pregunta específica para la comunidad judía/cristiana: ¿Cómo es que Jesús es la realización de la ley y los profetas?
Aunque Jesús no viene a abolir la ley y los profetas, sin embargo, si mueve la interpretación literal a una fundamentada en el amor. Jesús mueve la interpretación de la alianza con Dios de un nivel legalista a una relación de intimidad y confianza. Al hacer esto Jesús rechaza el legalismo en cual el judaísmo había caído para revelarnos que en el centro de la historia de la salvación están el amor, la compasión, la misericordia y la justicia de Dios. Jesús modela una vida de intimidad, confianza y sumisión a Dios basada no en una obligación o legalismo, sino en el amor. En rasgos generales, la diferencia entre el Dios de los fariseos y escribas, y el Dios de Jesús es la diferencia entre la ley y el amor. Mientras que la ley es práctica y necesaria como guía, el amor es la fuente de la vida misma que le da sentido a la relación, compromiso y sacrificio.
Pudiéramos pensar que con Jesús el cristianismo se ha deshecho ya de las actitudes farisaicas del judaísmo, pero estaríamos equivocados. Los fariseos representaban nociones y actitudes legalistas y estáticas que reducían la relación con Dios a prácticas externas. Estas actitudes y nociones farisaicas aún están con nosotros en la iglesia. Jesús nos advierte, “les aseguro que, si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.” En los cuatro ejemplos que tenemos en el evangelio de hoy Jesús nos llama de un legalismo religioso al corazón del Reino de Dios: una relación basada en el amor. El matar, adulterio, divorcio y falso testimonio comienzan en el corazón, en la conciencia de la persona; y el corazón es donde reside la conciencia y la voluntad. La fe cristiana tal y como la modela Jesús no es un simple evitar y evadir el pecado, sino el vivir y regocijarse en el amor. San Agustín lo resume muy bien cuando dice, “ama y haz lo que quieras”; lo cual significa que todo cuanto hacemos (o no hacemos), pensamos, decimos, y cultivamos en nosotros deben tener como principio el amor.
🙏🏻6th Sunday of Ordinary Time🙏🏻
To appreciate this Sunday’s gospel, we need to understand where it comes from. The gospel of Matthew is the most Jewish of the four gospels. It strives hard to connect the law and the prophets with Jesus. Even the way the gospel is structured (5 clearly divided discourses of Jesus) point to the Pentateuch, the first 5 books of the Old Testament. Jesus is revealed as the fulfillment of the law and the prophets. The gospel was written for a Jewish/Christian audience who could appreciate the connection of the Old Testament to Jesus. Jesus, therefore, did not come to abolish the law or the prophets, but to fulfill them. Jesus is not a breakaway from Judaism, but a natural development of the history of salvation which culminates in him. We can clearly sense that the gospel of Matthew is answering a very specific question for the Jewish/Christian community: how is Jesus the fulfillment of the law and the prophets?
While Jesus does not abolish the law and the prophets, he does, however, take them beyond the literal interpretation to a foundation in love. Jesus takes the law and the prophets from an understanding as a contract to that of a loving relationship with God. In doing this Jesus does away with the legalism into which Judaism had fallen, to reveal to us that at the core of salvation history are God’s love, mercy, compassion, and the justice of God. He models a life of intimacy, trust, and submission to God, based not on obligation or law, but on love. In broad strokes the difference between the God of the Pharisees and scribes, and the God of Jesus is the difference between law and love. While law is practical and useful as a guide, love is the source of life which gives meaning to our relationships, commitments, and sacrifices.
We may think that with Jesus Christianity has done away with the Pharisaic tendencies, but we would be wrong. The Pharisees represented legalistic and static notions which reduced the relationship with God to external practices. These Pharisaic notions and attitudes are still quite alive in our church today. Jesus in today’s gospel warns us, “unless your righteousness surpasses that of the scribes and Pharisees, you will not enter the kingdom of heaven.” In the four examples that today’s gospel gives us Jesus takes us from the mere rule of law to the heart of God’s kingdom: loving relationship. Murder, adultery, divorce, and false oaths begin in the heart, in the conscience, of the individual; and the heart is the seat of the will and conscience. Christian faith as is modeled by Jesus is not merely the management or avoiding of sin, but rather the management of love. As St. Augustin rightly summarized, “love and do what you want”; meaning all that we do (or not do), think, say, and cultivate in ourselves must flow from love.